La reforma laboral en Colombia, en proceso de aprobación durante 2025, representa una de las transformaciones más profundas en la regulación del trabajo en el país en las últimas décadas. Este análisis examina los principales cambios, sus implicaciones para empresas y trabajadores, y contrasta diferentes perspectivas académicas y sectoriales.

Cambios estructurales y novedades

El nuevo articulado de la reforma, que ha avanzado en un 75% de aprobación en el Senado, introduce modificaciones sustanciales en la relación laboral, entre las que destacan:

• Contrato indefinido como regla general: Se limita el uso de contratos de prestación de servicios y se establece que los contratos a término fijo solo podrán renovarse hasta por cuatro años; superado este plazo, deberán convertirse en indefinidos.

• Regulación de la tercerización: El uso de empresas de servicios temporales queda restringido a situaciones excepcionales (licencias, vacaciones, aumentos temporales de producción), con sanciones severas para el incumplimiento, incluyendo la pérdida de licencia para las agencias y la asunción de responsabilidades laborales por parte de la empresa usuaria.

• Jornada nocturna y recargos: Se adelanta el inicio de la jornada nocturna a las 7:00 p.m. y se incrementan los recargos dominicales y festivos, lo que implica mayores costos para los empleadores.

• Protección a grupos vulnerables y nuevas formas de empleo: Se refuerzan los derechos de trabajadores en plataformas digitales, artistas, personas con discapacidad y jóvenes aprendices, promoviendo su formalización y acceso a garantías laborales.

• Inclusión y licencias: Se aprueban medidas de inclusión, como la obligatoriedad de vincular personas con discapacidad en grandes empresas y permisos laborales para mujeres y personas menstruantes con dolores incapacitantes.

Contraste de impactos: trabajadores y empresas

Desde la perspectiva de los trabajadores, la reforma representa un avance en estabilidad, protección y acceso a derechos laborales. El reconocimiento del contrato indefinido como norma, el pago de recargos y la formalización de empleos tradicionalmente precarios son aspectos ampliamente valorados por sindicatos y organizaciones laborales.

Sin embargo, el impacto en el sector empresarial, especialmente en micro y pequeñas empresas, es motivo de debate. Estudios recientes advierten que el aumento de los costos salariales —derivado de la ampliación de la jornada nocturna y mayores recargos— podría traducirse en una reducción de la formalidad y del empleo total. En Bogotá, por ejemplo, se estima que un incremento del 1,5% al 2,2% en la masa salarial podría reducir entre 18.000 y 27.000 empleos formales anuales, desplazando parte de la fuerza laboral hacia la informalidad.

Las empresas deberán afrontar una reorganización interna para adaptarse a los nuevos estándares, lo que puede implicar retos significativos en términos de competitividad, especialmente para quienes operan con márgenes estrechos o dependen de esquemas de contratación flexibles.

Visión académica y de política pública

Expertos consultados por la UNAD subrayan el carácter dual de la reforma: mientras mejora la calidad del empleo y la motivación de los trabajadores, también obliga a repensar los modelos de negocio y la gestión del talento humano. La expectativa es que, a mediano plazo, la mayor protección y formalización laboral contribuyan a la productividad y al crecimiento económico, aunque los efectos inmediatos puedan ser dispares según el tamaño y sector de la empresa.

El debate parlamentario ha reflejado estas tensiones, con un respaldo mayoritario a los artículos aprobados, pero también con voces críticas que advierten sobre el riesgo de encarecer la contratación y reducir la flexibilidad del mercado laboral.

Fuentes: portafolio.co | caracolradio.com.co | eluniversal.com.co